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Lazo

  • rebeca-mg | insomnio
  • 29 oct 2019
  • 3 Min. de lectura

Mi alma se desliza de entre mis dedos y yo quiero detenerla como si se tratase de algo tangible, de un objeto precioso colgando de una soga y yo tiraría de ella para intentar alcanzarlo. Pero solo es un llanto en la atmósfera, solo son esos momentos que jamás recuperaré, son esas personas a las que una vez ame que me hacían temblar, que me hacían sentir especial. Esas personas que convertí en personajes místicos e interesantes en las mejores historias dentro de mi cabeza que venían conmigo en cada centímetro de mi piel y que quizá algunos pocos podían leer al observar mi sonrisa o mi mirada perdida. Solo son partes de mí que nunca volverán a estar intactas, que no podré volver a sentir de nuevo, porque el tiempo nos cambia a todos, nos va desgastando como esa prenda favorita que has usado cientos de ocasiones pensando que se te vera igual que la primera vez que te encantó, y de pronto te das cuenta que al igual que tú ya no tiene el mismo color, ni la misma textura, e incluso tiene un par de agujeros o roturas que aunque remedies con hilo y aguja se podrá notar la costura. De repente empiezas a notar que en cuestión de años o incluso meses tus seres queridos se van disipando, por distanciamiento o porque la muerte los ha alcanzado demasiado pronto. Me ha pasado que ya no veo a los que quiero de la misma manera en que lo hacía, ahora los veo o pienso en ellos y siento una nostalgia inminente, extrañándolos cuando aún siguen ahí. He notado también como van perdiendo esa energía y vitalidad, sé que algunos pierden esto desde mucho antes, algunos desde niños tienen la desgracia de darse cuenta de los problemas del mundo porque las circunstancias que les tocó vivir les obligó a notarlos. Y para variar con los problemas reales, los seres humanos nos creamos problemas y miedos innecesarios…todo es tan complicado.

Mi imaginación y teatralidad interna me han salvado tantas ocasiones de la realidad, siempre haciendo de mí sufrimiento o de mi felicidad una obra de arte que no vendería ni por un centavo. Me guardaría para siempre esas sensaciones o experiencias que en efecto no se pueden ni explicar ni mostrar a los demás, porque aunque lo intentará ellos seguirían entendiendo las cosas desde su perspectiva, desde su propia conciencia y a decir verdad eso está bien, sin embargo sería curioso poder alguna vez encajar con alguien de manera perfecta.

He tomado decisiones por cobardía, impulsividad y testarudez dándole prioridad a mis emociones y dejando de lado mi lógica y mis pensamientos. Pienso que hay valientes que han luchado por las cuestiones incorrectas y cobardes que decidieron seguir sus instintos y sus pasiones y yo he sido las dos cosas y como siempre mi ambivalencia le tiene que encontrar el lado malo y bueno a todas las situaciones existentes, por lo que no puedo decir en estos momentos de mi vida que estoy satisfecha con lo que hago pero si puedo decir que me siento diferente, mucho más consiente de todo lo que pasa en mi vida y en el mundo, cosa que no estaría ocurriendo si hubiera tomado otro camino, uno de esos al que llaman el correcto.

Y posiblemente haya tomado el camino menos transitado y lleno de baches con salidas a veces bloqueadas de concreto… pero definitivamente es un camino que no me canso de recorrer y de observar con un detenimiento y admiración impresionantes. Es un sendero que no le desearía a nadie el tener que atravesar, porque nadie puede ser yo.

Se acaba un año y con el un ciclo lleno de decaídas emocionales pero también de comienzos que surgieron de tomar riesgos, de vivir a tu manera.

Tengo buenas expectativas del 2018 y sobre todo confió más que nunca en mis ideas y en mis acciones, sé que hay que acabar de manera honesta algo para que al comenzar de cero todo vaya por buen camino.

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